jueves, 24 de marzo de 2011

Querida indiferencia.

Me muevo frente y sobre la humedad, mis pies se mueven al ritmo del reloj, sumerjo mi rostro en la cruda sensación del suelo. Busco con mis pies el sonido de una hoja seca, ese sonido agradable que el silencio da cuando mis pasos la ahogan. Ya no suenan, el cielo las ha mojado. Quitándome a pedazos el sonido curioso y exquisito. Nos veremos en otro año, en otro otoño. Después de que la lluvia se canse de mojar la tierra, después del nacimiento de las flores. Después de que el sol alumbre y acalore los días volverá otra vez, hará caer las hojas y podré pisarlas para oír el agradable sonido de su suelo frío. Interesantes días esos donde cambian los cambios, días que me convencen a golpes que nada es para siempre.
Ha vuelto, la indiferencia de su cielo me hace sentir más curioso. Pero ya han pasado los meses y la tierra pide a gritos la nueva lluvia. Este Invierno me niega la seguridad (seguridad que está, y puede ser que no la quiero ver). En este tiempo me siento como perdido entre el frío y los abrigos. El silencio ya no se escucha. ¿Dónde está con su seguridad y sus días color gris? ¿Dónde estás querida indiferencia?